La obra de Angel de Anleo se insinúa como un gran fresco narrativo sobre la Asturias campesina que arranca en los albores del siglo XX (con el trasfondo de la pérdida de las colonias, el desastre del 98 y la figura, llena de luces y sombras, del indiano) y culmina con el estallido de la Guerra Civil en julio del 36, pasando, cómo no, por los años de optimismo que trajo el régimen republicano. Obra de inspiración panteísta, en la que Naturaleza e injusticia se alzan como auténticas maestras de la vida, contada a través de los ojos asombrados de un "niño republicano", trasunto del propio autor, en ella paisaje y paisanaje se entrecruzan creando un abigarrado y complejo mundo de un intenso lirismo y de un no menos profundo realismo, actitudes estéticas que sirven de trasfondo a una inspirada recreación de la vida en el campo y que se ven salpicadas, aquí y allá, por una reflexión de raíz política en la que se denuncia el fin de un tiempo de esperanza abortado, prematuramente, por el alzamiento fascista. Las velas del diablo, décima entrega del llamado ciclo La sementera, devuelve al lector, pues, al mundo rural del occidente asturiano, en una cuidada plasmación de sus anhelos, sus miserias y su irremediable desintegración.
